La buena gestión de negocios debe de estar soportada por estructuras tales como la buena administración, una efectiva comercialización y una buena operación que brinden a los clientes los beneficios que le prometemos en nuestra Misión y en nuestra comunicación al exterior como la publicidad y las relaciones públicas.
Sin embargo hay otras estructuras que a su vez permiten que la administración, la comercialización y la operación puedan existir o sean eficaces y una de ellas es la comunicación. Siempre damos por hecho que cuando decimos algo a nuestro interlocutor (sea nuestro jefe o nuestro subalterno) éste nos escuchó y nos entendió, en la práctica la realidad es muy cruda y la verdad no siempre sucede lo que esperamos.
En este tema hoy más que nunca las empresas están reconociendo el Valor de contar con un modelo de comunicación que en verdad permita que los mensajes que se emitan entre todas las personas que conforman la empresa sean fluidos, claros y que se cuente con una buena retroalimentación.
Cuántas veces hemos escuchado quejas de puestos superiores hacia los de abajo como:
“Eso lo dije ayer” ¿”Porque no lo hacen? ¿Qué no me expliqué? “¿No fui claro?
ó quejas hacia arriba como:
¿Por qué no me dice mi jefe si lo hago bien o mal?, ¿Cómo puedo saber lo que se espera de mi puesto? ¿Cuándo me darán las instrucciones para que yo sepa lo que debo de hacer? ¿Qué beneficios obtendré de lograr los resultados que esperan de mí?
Aún cuando en el mejor de los casos las empresas cuenten con manuales de procedimientos, en la mayoría de los casos los procesos de comunicación no están completos o claros. ¿Cuál es el costo de comunicarnos de manera deficiente? ¿Quién pierde? ¿Qué es lo que se deja de ganar ante una mala comunicación?
Podemos responder a estas preguntas desde varias perspectivas, desde el ángulo de la empresa, un negocio mal comunicado entre sí definitivamente no podrá lograr sus objetivos, la confusión, los errores, los malos entendidos y la falta de medios adecuados para comunicarse afectan directamente a la operación y los objetivos demorando o dificultando los procesos.
Desde el punto de vista del empleado, los efectos también pueden ser graves, un empleado que no es retroalimentado acerca de su buen o mal desempeño puede crearse expectativas falsas. En muchos de los casos los empleados piensan que hacen bien su trabajo mientras que el jefe piensa lo contrario. La desmotivación, la frustración y el desinterés son algunos de los costos de comunicarse deficientemente entre el personal y su jefe inmediato. EL problema se hace tan grande en muchas ocasiones que todos se pierden pensando que el problema es otro, invadiendo áreas como el clima laboral y las condiciones de trabajo.
Mi recomendación ante el reto de comunicarse con efectividad en las empresas es definitivamente revisar el modelo que se tiene actualmente para detectar las barreras que impiden la buena comunicación y la fluidez de la información o incluso diseñar un modelo de comunicación formal. El problema puede ser de falta de una cultura que le dé importancia a la comunicación como un Valor para lograr las metas y generar armonía. También puede ser que los medios para comunicarse sean inefectivos o insuficientes, o incluso también puede ser que los procesos de comunicación no sean claros o que quiénes conforman la empresa (a todos los niveles) desconozcan cómo comunicarse hacia arriba (a los jefes, gerentes y directores), hacia abajo (al personal que dependen de los directores, gerentes, jefes, etc.) ó incluso el desconocimiento para comunicarse entre personal del mismo nivel jerárquico (o comunicación horizontal) lo que impide lograr objetivos de equipos de trabajo.
Que no quede la comunicación como un pendiente “para después”, este tema es vital para el buen funcionamiento de una empresa, probablemente conocerá más los efectos al contar con un modelo formal de comunicación que el no tenerlo. La responsabilidad es de quiénes dirigen las empresas.
Lic. Enrique Mézquita Ochoa
Consultor de PyMEs
Tel (229) 2 00 49 14
consultor@mkresults.com.mx
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