sábado, 29 de diciembre de 2007

Autoestima y empresa

Un buen empresario que entiende los tiempos que vivimos debe estar orientado al cambio permanente. Hoy en día ya no es posible (ni competitivo) seguir los prácticas de antaño que alguna vez funcionaron. Los nuevos empresarios ven con desesperación que sus padres todavía activos se niegan a la apertura y al cambio.
Si bien el problema generacional es un reto muy grande para el nuevo empresario, no todos tenemos ese problema, muchos gozamos de la independencia de nuestras decisiones y efectivamente en nosotros se finca el destino de nuestra empresa.
Afortunadamente en nuestro país ya contamos con muchas empresas que capacitan al empresario y toda la organización en temas vitales como la integración de equipos, la estrategia, la organización, la administración y todas las áreas de negocio lo que permite que la permanencia de las empresas hoy en día sea más factible a través del tiempo.
Sin embargo todavía existe un espacio poco explorado y en donde muchas empresas, sobre todo micro, pequeñas y medianas tienen su más grande barrera y es concretamente la mentalidad del empresario.
Cuando hablo de mentalidad del empresario para ser más específico me refiero a la salud mental del mismo, en la práctica de la consultoría me he encontrado a directores, gerentes y propietarios de negocio muy interesados en el cambio en su empresa y con mucha claridad en relación al esfuerzo del mismo y más aún, con el conocimiento de que la parte medular del proceso está en dejar de hacer las cosas como antes y realizarlas de mejor forma por parte de todos los miembros de la empresa. Desgraciadamente del dicho al hecho hay un buen trecho y una cosa es desear e incluso entender el cambio y otra cosa es lograrlo. Lo que pasa en el fondo es que a pesar de que entendemos la teoría del cambio, cuando lo experimentamos existen un sin número de resistencias (naturales) que flotan y obstaculizan el proceso al grado de que una gran parte de esas experiencias claudican y abandonan el intento culpando al procedimiento o la aplicación.
El problema no es el problema, es su causa subyaciente, imagine a un empresario que entiende todo acerca del cambio pero que cuenta con una baja autoestima, una persona en esa condición difícilmente podrá sentir que merece una empresa de clase mundial, pensará también que nunca se atreverá a correr a esos malos vendedores que ya tiene detectado que hacen lo que quieren con su trabajo y además de que no venden, no reportan su actividad y solo saben cobran sin resultados. Este empresario con baja autoestima pensará también que nunca podrá ser como su competencia ya que la ve “muy por delante” de la suya y que no vale la pena intentar nada, es decir se intente lo que se intente como proceso, la mentalidad del dirigente es la gran barrera del cambio y la mejora.
La autoestima se compone de dos valoraciones que nos hacemos nosotros mismos: 1.-que tanto nos sentimos merecedores y 2.- que tanto nos sentimos competitivos como personas. Un empresario con baja autoestima sentirá que no merece ser el líder (aunque lo desee concientemente), ni podrá sentir que merece ser el director de su empresa o la persona más importante. Si su problema es a nivel competitivo difícilmente podrá sentir que el puede ser influyente con su equipo de trabajo o que su empresa tal y como lo comenté nunca podrá ser altamente competitiva (aunque se lo exija a su equipo gerencial en cada junta).
Nuestra cultura todavía adolece de algunos paradigmas que frenan nuestro desarrollo, y uno de los más grandes es el de considerar que cualquiera de nosotros por si mismo puede salir solo de sus problemas. ¿Ir al psicólogo yo? ¡Ni que estuviera loco!, cualquiera que escuchara que mi recomendación es que si sentimos que no podemos con nosotros mismos debemos de acudir a un profesional para que nos ayude seguramente se indignará, sin embargo algo les puedo asegurar, un empresario con mentalidad sana, ganadora y de alta autoestima puede llegar más lejos de lo que se imagina y con él su empresa.
Como director, gerente o jefe siempre debemos de considerar hasta donde nuestra salud mental no está frenando el desarrollo no solo personal sino del grupo que dirigimos.
El liderazgo influyente y efectivo solo es posible en personas que tienen control de sus emociones y una mentalidad positiva y ganadora y alguien con baja autoestima definitivamente tiene un reto que resolver.
Nunca piensen que “Estamos completamente listos” para enfrentar el cambio organizacional, en principio el cambio en la empresa solo es posible a partir del cambio en la mentalidad del empresario. Mi invitación es a la reflexión, si de algo es responsable todo dirigente de en una organización a cualquier nivel es el de estar apto para su puesto ya que de no estarlo los resultados siempre deberán de esperar. No hay que tener miedo al cambio personal desde cualquier nivel, la empresa es del tamaño de nuestra estima, si usted no puede valorar esta apreciación pida ayuda a alguien de su confianza pero eso si, no lo eche en saco roto.
Lic. Enrique Mézquita Ochoa Consultor de PyMEs email:consultor@mkresults.com.mx

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